La Universidad de Yale publicó un anuncio solicitando voluntarios para un experimento. Pagaba unos 10 dólares a cada persona. Luego de elegirlos en grupos de a dos, los lleva a una sala inmensa, impecable. Allí está el doctor (de pulcrísima bata blanca), una consola y más allá una silla eléctrica.
Les explica el procedimiento: es un estudio acerca de los mecanismos de la memoria y de la relación castigo-aprendizaje. Al que le toque la silla eléctrica (alumno) será analizado de la siguiente manera: le serán leídas veinte palabras, y luego veinte asociadas a cada una de ellas (por ejemplo: cielo-azul). Se le irán diciendo las palabras y deberá responder la palabra asociada. Cada vez que falle, recibirá una descarga eléctrica desde la consola, que irá creciendo en intensidad con cada fallo. En la consola se sentará el otro voluntario (maestro), que no es objeto de estudio.
Sortean. Al que le toca la silla está preocupado, el otro siente alivio. Se posicionan, se leen las palabras y las asociadas. Comienza el experimento.
Al primer error, el maestro duda; el doctor lo mira y, con un gesto, le dice que lo haga. Lo hace y el alumno recibe un cosquilleo.
Dos, tres aciertos y otro error. Duda menos y acciona la segunda descarga antes de que el doctor llegue a mirarlo.
En los siguientes errores, acciona directamente. El alumno manifiesta cada vez más dolor.
En el próximo fallo es necesario que el doctor vuelva a mirarlo, y al siguiente que le recuerde que se comprometió a hacerlo y que el experimento depende de que continúe. Está sudando, preocupado, pero lo hace. El alumno se retuerce en la silla, se despeina, le tiembla toda la cara. No parece que resistirá la próxima descarga.
Acierta dos o tres más hasta que se queda en blanco con una palabra. El maestro, muy nervioso, intenta soplarle la respuesta con gestos sin que lo vea el doctor. El doctor lo ve, se siente culpable. El alumno al fin responde, es una palabra parecida, pero no es la exacta. El maestro le dice al doctor que habría que darla por buena. El doctor se niega. Discuten un poco. Le pide que no le den otra descarga. El doctor vuelve a recordarle sus obligaciones, y le dice que lo haga, que él se hace responsable. Lo hace; el otro se estremece, suelta baba, se va en convulsiones y agoniza.
Fin del experimento.
En realidad, la silla no tenía electricidad, el alumno no era un voluntario sino un actor contratado, no hubo ningún sorteo y no estaban estudiando la memoria del que recibió las descargas. El único que estaba siendo analizado era el maestro.
El experimento pretendía probar que una persona, sin ninguna animosidad contra otra y sin conocerlo de nada, podía llegar a matarlo sólo por estar bajo el paraguas de una instancia mayor (la universidad, en este caso), haber estado de acuerdo al inicio (acudió libremente), haberse comprometido (aceptó participar), otorgar su complicidad moral (cobró el dinero), y estar amparado por un superior intermedio más cualificado (el doctor) que asumía la responsabilidad de sus actos. El porqué sigue hasta el final es mucho más simple: abandonar a mitad de camino representa implícitamente que es atroz todo lo que hizo hasta ese momento.
El 62,5% de los participantes obedeció hasta el final, aplicando descargas de hasta 450 voltios (el máximo), a pesar de que a partir de los 300 el de la silla ya no daba señales de vida.
Que impresion
ResponderEliminarBuff,
ResponderEliminarNo me hable de este tipo de pruebas, yo es que desde el tratamiento Ludovico no estoy muy bien.
Eso quiere decir que si yo les digo a mis empleados bajo amenaza de despido que se empujen entre sí del 8º piso que no les va a pasar nada casi casi que me hacen caso??
ResponderEliminarJoya!!!
el ejército y la policía son un claro ejemplo de este experimento, sólo q tomado como una forma de vida
ResponderEliminary eran voluntarios?????????? wouwwwwwwww
ResponderEliminarmientras leía, mi imaginé a mi misma apretando ese botón, y debo reconocer que al principio me parecía muy divertido
ResponderEliminarogost: revelador. mi hermana hacía gimnasia deportiva, y según recuerdo el "flig-flag" era un arte, pero el "rondó" era más
ResponderEliminarasparav: que depresión
aura: tratamiento ludovico? mm, interesante
anita: a usted todos le obedecen encantados
gabinho: exacto... el doctor-investigador hizo el estudio luego de que Adolf Eichman en su juicio simplemente argumentó que cumplía órdenes. Las conclusiones del estudio dejaron boquiabiertos a muchos estudiosos
naty: claro, claro
guzamadour: no me cabe duda (muchos de los voluntarios empezaron muy divertidos)
Y porque cree eso usted?
ResponderEliminarYo no logro que se tiren del 8º !!!
Piel de gallina...
ResponderEliminaranita: en esos casos lo mejor es empujar, fuerte
ResponderEliminarturca: electrocutada
luthien: buena pregunta, misma respuesta
ResponderEliminarogost: eso era, pero puede cambiarla si lo desea
Perdón que me ponga seria, no? Pero, era necesario ese experimento? Esta gente no sabe de la existencia de los milicos? la cana? los políticos?
ResponderEliminarRealmente hay gente al pedo en este planeta....
Chauchas y palitos, tarde pero seguro... ;o)
nikka: necesarísimo, como todo experimento
ResponderEliminarNo vieron la película "E come Ícaro"? (Ìcaro es quien de volar hacia el sol se le derritieron las alas (el sol es "la verdad")...)
ResponderEliminarEs la misma situación, el tipo le muestra a otro detrás de una pared de vidrio el experimento y el tipo en cuestión dice "pero ya basta" a los (no recuerdo cuantos volteos) y era todo actuado, la cosa es que el tipo no lo dice antes...
terrible y maravillosa película...
lulet: exacto... en la película le rinden homenaje al experimento, que cuando digo que le partió la cabeza a más de uno, es porque lo hizo
ResponderEliminarEstá seguro de que todos los experimentos son necesarios? Me parece que depende de la naturaleza de los mismos...
ResponderEliminarDe todos modos, no lo molesto más con este tema.
Simples chauchas y palitos :o/
Manazo editorial :
ResponderEliminar-escribiendo y citando, compadre-
"Obedience to Authority" de Stanley Milgram, primera edición [1974]
- Este libro (qué incluye todo el protocolo de los experimentos) cambió la forma de estudiar y entender el comportamiento humano.
Pidiéndole prestada una frase al gran cronopio: si "La banalidad del mal" de Hannah Arendt gana por puntos, "Obedience to Authority" gana por knock-out.
Abrazos,
P.D. A Noreli le brinca la panza con un latido chiquito de 178 veces por minuto.
nikka: claro, claro, depende... pero estos, que explican la bestialidad de otros experimentos, son fundamentales
ResponderEliminarelisra: un grande Mingram
Vamos Noreli, carajo!!
mmmmm, dejémoslo ahí. Hay cosas que son inexplicables....
ResponderEliminarHumildes Chauchas y palitos...